Las cámaras ya no solo vigilan: identifican. Mediante la tecnología de reconocimiento facial se puede determinar automáticamente la identidad de alguien en una foto a partir de características de su rostro, pero también seguir sus movimientos o atribuirle un estado de ánimo. Se usa en medio mundo para desbloquear teléfonos, pagar en tiendas, en controles de aeropuertos, cajeros y conciertos. No supone riesgos físicos, pero su uso desbocado puede terminar con el género humano como lo conocemos. Cada vez más voces alertan de que Gobiernos y empresas se han lanzado a esta carrera demasiado rápido.
Fuente : https://elpais.com/elpais/2020/01/24/opinion/1579886817_685855.html